jueves, 10 de septiembre de 2009

VAMOS, ¿DE QUÉ ESTAMOS HABLANDO?







Por “La voz de Irie”, 7/9/09














Argentina es uno de los países con mayor concentración en la propiedad de los medios en todo el mundo. Esto atenta directamente contra la democracia porque atenta contra el derecho de todos los ciudadanos a poder tener participación, voz y libertad de expresión en los medios de comunicación. Tener voz no es que te cedan unos segundos de pantalla por semana, bajo las condiciones que sus dueños imponen. Participar no es enviar un mensaje de texto o dejar grabado un mensaje telefónico. Es mucho más que eso. Participar y tener voz es que existan oportunidades para que las organizaciones sociales, las universidades, las escuelas, las instituciones y todos aquellos que no necesariamente tienen fines de lucro puedan tener un espacio para decir. Libertad de expresión también es que los medios de comunicación expresen los intereses de los diferentes grupos y sectores sociales. Que sean herramientas para visibilizar lo que a lo ancho del país sucede. Todas sus inquietudes. Su diversidad cultural. La rica pluralidad de costumbres, ideas, proyectos, rasgos. ¿Cómo será una televisión que transmita desde el ángulo de vista noroeste de nuestro país? ¿Cómo se ven las cosas desde allí? ¿Cómo es la visión de un argentino que se crió en el frío patagónico, en los vientos ásperos del sur? Hoy en día el 80 por ciento de los contenidos televisivos son producidos en capital federal. Esto atenta contra la democracia todos los días. Entonces, vamos, ¿de qué estamos hablando?... Necesitamos unos medios que se compongan de los diferentes ángulos de vista que existen. Es inaceptable que aquellos grupos multimediáticos que tienen el potencial de instalar temas de discusión en la opinión pública fundamentales como la cuestión de la injusticia, las verdaderas causas de la pobreza o la desigualdad social se dediquen a instalar los temas desde puntos de vista totalmente egoístas y parciales, según sus intereses. ¿Porqué no existen programas periodísticos que en lugar de debatir irónicamente sobre las formas verbales de tal o cual político o sobre la vestimenta de la presidenta no se ocupan de darle centralidad al debate de qué modelo de país queremos? ¿Porqué no se le dedica horas y horas en los grandes medios al tema de cómo resolver verdaderamente la pobreza? Porque no alcanza con que se alivien la conciencia dedicándole una hora semanal a estas cuestiones. Si en una emisión de 24 horas se ocupan 22 con temas sensacionalistas, sangrientos, policiales, está claro cuál es la intención. Porque lo que está en juego también es cuál es el rol del informante para con la sociedad. Así como los médicos contribuyen con la salud, los docentes con la educación, etc, ¿cómo contribuye el periodismo para la democracia? ¿cómo contribuye para un modelo de país justo, inclusivo, democrático? Está claro que con la actual ley de Medios de la dictadura el principal movilizante no es ético, no es solidario, no es social. El principal motor es el dinero. La ley de la dictadura lo dice clarito: sólo podrían ser licensatarios aquellas personas con fines lucrativos. Entonces, vamos, ¿de qué estamos hablando? Con la enorme responsabilidad que tienen los medios de comunicación en nuestras sociedades actuales no podemos pasar por alto este debate. No alcanza con escucharlos denunciar como si estuviesen en un pedestal que los aleja de la realidad cotidiana y embarrada. Los medios no son objetivos. Porque los medios no reflejan la realidad sino que la constituyen. Forman parte de ella. ¿Qué nos dicen? ¿Qué nos proponen? ¿A qué nos invitan? Una vez más, vamos, ¿de qué estamos hablando?.