Por “La Voz de Irie” 16/3/09
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Último momento: Explosiva combinación: la farándula y los noticieros amarillistas unidos por una misma causa. Colocar sobre la agenda mediática el tema de la inseguridad, con un tratamiento discriminador, racista y superficial del tema. Sin pelos en la lengua plantean a la pena de muerte como una posible solución al problema. Parece que no quieren ver (o se hacen los zonzos) que las causas de la inseguridad social se encuentran en una sociedad estructuralmente injusta y desigual. Si los derechos básicos de las personas como el trabajo, la salud, la vivienda no están todavía garantizados para todos, ¿cómo se puede vivir con seguridad? ¿De qué seguridad se le puede hablar a alguien que no sabe con qué dinero comprará el pan de mañana para sus hijos? Sucede que de esta inseguridad los grandes medios deciden no ocuparse. ¿Porqué? Porque ellos, que son empresas, disfrutan y gozan de esta sociedad desigual y se quedan con una gran porción de la torta.
Peligrosa mezcla: la farándula y los noticieros amarillistas. Por eso es que personajes como Marcelo Tinelli y Susana Giménez son amplificados hasta más no poder y sus comentarios marcan la agenda de los noticieros.
Lo único que faltaba: que los estudios de los programas de chimentos se ocupen de temas tan delicados como el de la seguridad. Lugares por excelencia para banalizar la información. Y hablar de un tema complejo como el de la seguridad con el mismo compromiso intelectual que si estuviesen hablando de la banana y su sabor. Es que todo lo banalizan.
Los noticieros amarillistas argentinos cada vez se parecen más a un programa de chimentos en sus motivaciones principales: buscar la desmesura, el descontrol, el caos, la pelea, lo que más impacte a la audiencia y la mantenga hipnotizada frente al televisor. Porque su Dios se llama de la misma manera: Rating. Creen en él con el mismo fervor que un religioso. El Rating los fundamenta.
Extraña alianza: Susana, Tinelli, personajes convertidos en símbolos de la tele, que ya por serlo sus palabras tienen al menos un peso extra, son difundidos por los noticieros sin ponerlos en cuestión aunque digan cosas como: "La entiendo perfectamente a Susana (Giménez), si me mataran un ser querido también pediría la pena de muerte, y yo también estoy cansado de los derechos humanos a los presos". Y de esta manera los gerentes de los canales de televisión se deben estar relamiendo los dedos al pensar: “inseguridad, famosos, pena de muerte… ¡qué combo maravilloso!”.
Sin embargo, la información no debería ser considerada un negocio sino un derecho fundamental de todas las personas. Que los medios monten esta gran escena tampoco parece casual cuando se acerca el proyecto de la nueva ley de radiodifusión que, entre otras cosas, serviría para desconcentrar el manejo de los medios y darle mayor voz al sector público y a las organizaciones sociales.
