
Por “La voz de Irie” 13/07/08
El 9 de Julio de la semana pasada se cumplió un nuevo aniversario de la independencia Argentina. El aniversario número 193. Y desde aquellos años en que la mayoría de los países latinoamericanos lograban su independencia hasta los días del presente un mismo estremecimiento recorre la región entera: el impulso por la liberación real y definitiva. Liberación, que viene de libertad. Libertad, que de tan dicha a veces se nos vuelve una palabra más pero que viene bien preguntarnos, de vez en cuándo, qué significa. Porque la “Libertad” habla de lo político, de lo económico, de lo cultural, de las ideas y del espíritu. Todo lo atraviesa. O si no, no atraviesa nada y en ese caso sólo hay dependencia.
Por eso la libertad no es algo que se consigue de un día para el otro ni se logra por decreto.
Por eso la libertad no es algo individual sino algo necesariamente colectivo.
Por eso la libertad es el impulso vital que estremece desde su nacimiento hasta hoy a todos los países de América Latina. Como un escalofrío que la recorre de pies a cabeza. De México a la Argentina. Como un sismo que se expande y a veces se transforma en terremoto o erupción. Y pasa que su gente se junta, se despierta, se organiza su pueblo.
Pero a algunos sectores eso les da dolor de cabeza. Y por eso el estremecimiento, el escalofrío: dos proyectos distintos siempre se enfrentaron en la honda historia de Latinoamérica, Liberación o Dependencia. El mismo conflicto que en diversos momentos toma diferentes formas. América Latina tiene Honduras en el alma que hay que aprender a escuchar.
El golpe de Estado en Honduras forma parte de los planes que dejó en curso la administración Bush y el diseño de los Halcones, que han elegido cuidadosamente el lugar para golpear. Porque el golpe no afecta sólo al pueblo hondureño sino también a la integración latinoamericana y especialmente al proyecto del Alba (Alternativa Bolivariana para América) al que Zelaya, el presidente arrancado, había decidido unirse.
Habitar esas zonas hondas del continente y de su historia nos obliga al compromiso.
Hoy Honduras es una metáfora de lo que América Latina es y de lo que le pasa.